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Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
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Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
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Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
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Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
[:ar]
Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
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НИКОЛАЙ ЧУДОТВОРЕЦ
Николай Чудотворец (Николай Угодник; Николай Мирликийский; Святитель Николай) — святой Николай; 270 – 345 гг. — святой в исторических церквях, архиепископ Мир Ликийских (Византия). В христианстве почитается как чудотворец, на Востоке является покровителем путешествующих, заключённых и сирот, на Западе — покровителем практически всех слоёв общества, но в основном детей.
Изображается с митрой на голове, символом его епископства. Святой Николай дал начало персонажу Санта-Клаусу. На основании его жития, в котором рассказывается о даре святителем Николаем приданого трём дочерям разорившегося богача, произошли рождественские подарки.
В древних жизнеописаниях Николая Мирликийского обычно путали с Николаем Пинарским (Сионским) из-за схожих подробностей жизнеописаний святых: оба родом из Ликии, архиепископы, почитаемые святители и чудотворцы. Эти совпадения привели к заблуждению, существовавшему многие века, что в истории церкви был только один Святитель Николай Чудотворец.
Согласно житию, святитель Николай родился в III веке в греческой колонии Патара в малоазийской римской провинции Ликия во времена, когда регион был эллинистическим по своей культуре. Николай был очень религиозным с раннего детства и полностью посвятил свою жизнь христианству. Считается, что он был рождён в семье состоятельных родителей-христиан и получил начальное образование. Из-за того, что его биография спуталась с биографией Николая Пинарского, несколько веков существовало ошибочное мнение, что родителями Николая Мирликийского были Феофан (Епифаний) и Нонна.
С детских лет Николай преуспевал в изучении Священного Писания; днём он не выходил из храма, а ночью молился и читал книги, созидая в себе достойное жилище Святого Духа. Дядя его, епископ Николай Патарский, поставил его во чтеца, а затем возвёл Николая в сан священника, сделав его своим помощником и поручив ему говорить поучения пастве. По другой версии, благодаря чудесному знамению, решением собора ликийских епископов мирянин Николай сразу стал епископом Миры. В IV веке такое назначение было возможным.
Когда его родители умерли, святитель Николай отдал унаследованное состояние нуждающимся.
Святитель Николай известен как защитник оклеветанных, часто избавляющий их от судьбы невинно осуждённых, молитвенник за моряков и других путешественников.
Святитель Николай является покровителем мореплавателей, к которому часто обращаются моряки, которым угрожает потопление или кораблекрушение. В соответствии с жизнеописанием, будучи молодым человеком, Николай отправился учиться в Александрию, и в одном из своих морских путешествий из Миры в Александрию он воскресил моряка, сорвавшегося в шторм с корабельной оснастки и разбившегося насмерть. В другом случае Николай спас моряка по пути из Александрии обратно в Миру и по прибытии взял его с собою в церковь.
В житии святителя Николая описывается история о том, как святой Николай помог трём девушкам, отец которых, не имея возможности собрать приданое, планировал извлекать доход из их красоты. Узнав об этом, Николай решил помочь девицам. Будучи скромным (или желая избавить их от унижения принятия помощи от постороннего), он бросил мешок с золотом в их дом, а сам возвратился домой. Обрадованный отец девицы выдал свою дочь замуж и использовал эти деньги для её приданого. Через некоторое время святой Николай подбросил мешок с золотом также для второй дочери, что позволило второй девице выйти замуж, обеспеченной приданым. После этого отец дочерей решил узнать, кто его благодетель, и поэтому дежурил все ночи, чтобы его дождаться. Его ожидание оправдалось: святой Николай ещё раз бросил мешок с золотом в окно и поспешил удалиться. Услышав звон золота, отец девиц побежал вслед благодетеля и, узнав святого Николая, бросился ему в ноги, говоря, что он спас их от погибели. Святой Николай, не желая, чтобы его благодеяние стало известно, взял с него клятву, что он никому об этом не расскажет.
Согласно католическому преданию, мешок, брошенный в окно святителем Николаем, приземлился в чулке, оставленном для просушки перед огнём. Отсюда произошёл обычай вывешивать носки для подарков от Санта-Клауса.
Ещё при жизни своей святитель Николай прославился как умиротворитель враждующих, защитник невинно осуждённых и избавитель от напрасной смерти. В деянии святителя Николая, называемом «Деяние о стратилатах», описывается спасение им трёх граждан города Миры, несправедливо приговорённых к казни, а затем трёх константинопольских военачальников или стратилатов (воевод). Преподобный Симеон Метафраст и на его основании святитель Димитрий Ростовский описывают это деяние следующим образом. Во время, когда святой Николай был уже епископом Мир, в царствование императора Константина I во Фригии вспыхнул мятеж. Для усмирения мятежа царь послал туда войско под начальством трёх военачальников: Непотиана, Урса и Ерпилиона. Отплыв от Константинополя, они остановились в гавани Андриаке (Адриатский берег) около Мир. Во время стоянки некоторые воины, выходя на берег для покупки необходимого, многое брали насилием. Местные жители озлобились, и между ними и воинами начались раздоры и вражда, приведших к столкновению у так называемой Плакомы. Узнав об этом, святитель Николай решил прекратить беспорядки. Прибыв туда, он стал убеждать военачальников держать своих воинов в повиновении и не позволять им притеснять людей. Тогда военачальники наказали провинившихся воинов и усмирили волнение. В это время к святителю Николаю пришли несколько граждан Мир Ликийских, прося его защитить оклеветанных трёх мужей их города, которые, в отсутствии епископа Николая, были осуждены на смерть правителем Евстафием. Тогда святитель в сопровождении воевод отправился спасать осуждённых. Достигнув места казни, он увидел, что осуждённые мужи уже преклонились к земле и ожидали удара меча палача. Тогда святитель Николай вырвал меч из рук палача и освободил осуждённых. После этого военачальники
отправились во Фригию, чтобы исполнить данное им царское повеление. Подавив мятеж, они возвратились домой. Царь и вельможи воздали им хвалу и почести. Однако, некоторые вельможи, завидуя их славе, оклеветали их перед префектом претория Востока Аблабием, дали ему денег и говорили ему, что воеводы готовят заговор против царя. После того как префект Аблабий донёс это царю, последний без расследования велел заключить воевод в темницу. Клеветники боялись, что их клевета станет известной, поэтому стали просить правителя Аблабия осудить воевод на смерть. Правитель согласился и, отправившись к царю, уговорил императора казнить воевод. Так как был вечер, то казнь была отложена на утро. Темничный страж, узнав об этом, сообщил воеводам. Тогда воевода Непотиан вспомнил о святителе Николае, и они стали молиться святителю избавить их. В ту же ночь святитель Николай предстал во сне перед царём и сказал, чтобы он освободил оклеветанных воевод и пригрозил ему смертью, если он не исполнит просимое. В ту же ночь святитель явился и префекту Аблабию и возвестил ему то же, что и царю. Отправившись к царю, правитель рассказал ему своё видение. Тогда царь повелел привести воевод из темницы, говоря, что они волхованиями навели на него и правителя такие сны. Воеводы отвечали царю, что они не готовили никакого заговора против него и усердно служили ему. Тогда царь раскаялся и освободил воевод. Он вручил им золотое Евангелие, золотое кадило, украшенное каменьями и два светильника и повелел это отдать в церковь Мир. Вернувшись в Миры, воеводы воздали благодарение святителю за его чудесную помощь. Документально известно, что воеводы Непотиан и Урс стали консулами в 336 и 338 соответственно.
Известно также чудо спасения моряков от бури по молитве святителя Николая.
Сразу после смерти тело святителя стало мироточить и стало объектом паломничества. Над могилой в VI веке построили базилику, а в начале IX века — поныне существующую церковь Святого Николая. В ней мощи хранились до 1087 года, — до похищения их итальянцами из города Бари.
На Руси почитание «повсюду чествуемаго» Николая Чудотворца было очень распространено, а количество посвящённых ему храмов и написанных икон было самым большим после Богородицы. Его имя вплоть до начала XX века было в России одним из самых популярных при наречении младенцев. Святитель Николай является самым почитаемым святым и в современной России.
Никола Чудотворец — один из наиболее почитаемых у славян христианских святых. В восточнославянской традиции культ Николы по значимости приближается к почитанию Богородицы и даже самого Христа.
По народным верованиям славян (славянском фольклоре), Никола — «старший» среди святых, входит в святую Троицу (sic) и даже может сменить на престоле Бога. Ещё в XIX—XX вв. можно было встретить мнение, что Троица состоит из Спасителя, Богоматери и Николы. Об особом почитании святого свидетельствуют сюжеты народных легенд о том, как св. Николай стал «владыкой»: он так истово молился в церкви, что золотая корона сама собой упала ему на голову (укр. карпат.).
У восточных и западных славян образ Николы по некоторым своим функциям («начальник» рая — владеет ключами от неба; перевозит души на «тот свет»; покровительствует ратникам) контаминируется с образом Архангела Михаила. У южных славян образ святого как истребителя змей и «волчьего пастыря», сближается с образом Георгия Победоносца.
Основные функции Николы (покровитель скота и диких зверей, земледелия, пчеловодства, связь с загробным миром, соотнесённость с реликтами культа медведя), противопоставление «милостивого» Николы «грозному» Илье-пророку в фольклорных легендах свидетельствуют, по мнению Б. А. Успенского, о сохранении в народном почитании святого Николая следов культа языческого божества Волоса (Велеса).
Начало зимних Святок и окончание рождественского поста во многих местах Российской империи приурочивалось к Николину дню.
Прообразом Санта-Клауса является Святой Николай. Первоначально именно от имени этого святого дарились в Европе подарки детям в свой день почитания святого по церковному календарю — 6 декабря. Однако в период Реформации, выступавшей против почитания святых, в Германии и сопредельных странах святой Николай был заменён в качестве персонажа, вручающего подарки, на младенца Христа, а день вручения подарков был перенесён с 6 декабря на период рождественских ярмарок, то есть на 24 декабря. В период контрреформации образ Святого Николая вернулся в обиход, однако он уже прочно ассоциировался с рождественскими праздниками, где стал выступать в качестве дарителя подарков. При этом, если в Англии в XVII веке возник образ абстрактного «отца Рождества», то в Голландии подарки детям поныне продолжает дарить Синтерклаас, то есть святой Николай. В Северной Америке голландский Синтерклаас превратился в Санта-Клауса (в Нью-Йорке, основанном голландцами), — образ, который окончательно оторвался от своего историко-церковного прототипа, оброс новыми деталями и коммерциализировался.
[:ja]
Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
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Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
[:pb]
Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
[:de]
Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
[:it]
Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
[:kr]
Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
[:in]
Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
[:pl]
Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
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ISTORIA SFANTULUI NICOLAE
Patronul spiritual al Rusiei și de asemenea sfântul patron al copiilor , fecioarelor, marinarilor si comercianților. De asemenea in Evul mediu hoți l-au considerat sfântul lor protector – se poate face doua hagiografi: una istorică și una populară. Prima ne duce exact la cunoașterea persoanei sale, este scurta foarte concisă și se potrivește perfect cerințelor istoriei.
A doua are aspecte foarte diferite, unu este probabil, și face plăcută figura umană a lui Nicolae, dar ei scapă de demonstrație . Alte puncte sunt posibile și cu ele legenda pune aurul peste el, ultimile aparțin lumii imposibilului – cu excepția miracolului , care este întotdeauna excepțional și se clarifica ca fantezist și absurd. Dacă apar in întreaga viziune pe care o expun sfinților, este sa ii arat cititorului cât de mult a intrat memoria acestui om in viața poporului, care știa sa dea aripi fanteziei sale fără nici un fel de îndoiala sau Obiecții pentru acceptare foarte populară.
Prin calcule aproximative, arcul vieții sale este descris între 275 și 345, se știe ca el era episcop in Mira, in Asia mică la vremea Conciliului din Nicea (325), pe care aproape sigur la participat, deși nu a fost dovedit . El a murit in capitala eparhiei sale și a fost îngropat in Nicea. In 1087 rămășițele sale au fost mutate in Bari orașul italian.
Și asta este, doar aici puteți vorbi despre anumite lucruri. Dar Lățimea devotamentului sau este cunoscuta prin numărul de completări care iau fost atribuite.
Cu respect, in ceea ce privește datele de familie, legenda spune ca părinții lui erau numiți Epifanio și Juana.
Dar au fost sterili, ce le-a fost desigur dezvăluită venirea unui fiu care trebuia sa fie sfânt și care, odată ajuns, copilul refuza sa alăpteze vineri fiind zide penitența, ne pare improbabil.
In Patara, orașul vechiului district din Licia in Asia mică (azi Turcia), unde spune ca sa născut, unde a avut loc cu fapt semnificativ de mare caritate cu care spune ca a fost împodobit încă din tinerețea lor. Se pare ca intr-o zi a mers la templu sa se roage, o femeie care se afla la usa cerând ajutor , deoarece nu avea bani , a fost vindecata prin cuvântul lui Neculae, in numele Lui Iisus. Transpunerea miracolului noului testament pare clară.
Nicolae are reputația de a fi generos cu bunuri materiale și prin urmare el este rugat in momente de necaz.
Legenda spune ca un bogat mai puțin a găsit imposibilitatea de a da zestre fiicelor pentru a le căsători și nu i sa întâmplat mai mult decât sa le prostitueze. Nicolae cunoaștea planul sinistru, și in aceiași noapte a alunecat la fereastra cetățeanului, aruncând un sac de aur, rezolvând problema. El a făcut același lucru puțin mai târziu încă de doua ori, și acele fecioare au putut fi înzestrate.
Ultima data a fost surprins de tatăl care se discompunea in recunoștință in fata binefăcătorului sau.
Coincidenta ca ascet lucru sa întâmplat in luni, poate fi originea devotamentului din cele trei luni ale Sfântului Neculae.
Și generozitatea sa de donator secret se reflecta faptul ca in numele de Sfântul Nicolae relaționate cu proximitate cu sărbătorile de Crăciun, copii obișnuiți sa primească in secret jucării și mărunțișuri, in unele țări tradiție catolica.
Atunci când era necesar un episcop in Mira, alegătorii nu erau de acord și trebuiau sa ajungă la un acord propus de un vârstnic cu experiența pentru a rezolva dezacordurile, îl alegeau pe primul care sa între a doua zi in biserica. Cum sa nu o vezi in faptul ca Nicolae a foat alesul , pentru ca in fiecare dimineața sărbătorea slujba lui timpurie. Și chiar spun ca sa întâmplat un miracol in timpul ceremoniei de cronsacare episcopala, când a apărut acea femeie care îl avea pe fiul sau in brațe și a ars într-un foc, Nicolae la înviat!
A murit un martir? Nu se dovedește ca Licinio la pus in închisoare, nici ca l-au torturat teribil lasându-i acele cicatrici, ca cu toată ungerea îl sărit pe Împăratul Constantin la sfârșitul Consiliu de la Nicea. Nici măcar nu era sigur dacă asista la consiliu. Ca asistenta dumneavoastră este probabil, da. Deoarece sau întâlnit mai mult de trei sute de episcopi și aproape toată Asia mică sa apropiat, dar numele lui Nicolae nu apare in listele lungi de prelați care ai fost încredințați sa transimita acordurile consiliului.
In orice caz, legenda este abundentă cu respect și spune ca a fost văzut apropiindu-se de Nicea însoțit de Eudemo, episcopul din Patara și alți trei preoți, chiar și afirmația se demonstrează ca in consiliu a venit sa îl lovească pe Arrio pentru greșeala sa. Chiar mai multe lucruri nebunești sunt relatate despre viața sa atât de miraculoasa plină de excentricități fără poveste.
Ce va însemna in iconografia voastră specială sa apăra, ca și cum ar ieși dintr-un fel de cub , trei corpuri mici de copii cu un aspect recunoscător?
Desigur, artiști rezuma in pictură cel mai incredibil lucru scris despre un sfânt. Atunci a venit sa mănânce la o vânzare după drum și și-a dat seama ca, carnea servita era o carne umană . Comentand și negând pe cel rău , a invitat pe toți ce erau la mese, sa îl însoțească in pivnița sau in cămara. Acolo sa rugat pentru un timp și dintr-o camera au ieșit cei trei adolescenți vi, cu câteva zile înainte a ucis și trebuia sa trimită mâncarea la următori clienți. Este doar un miracol apocrific in plinătatea Barbara. A murit la 75 de ani pe 6 Decembrie anul 345.
Când au fost ocupati de saraceni, teritoriile in care își revizuiau relicvele , au simțit durerea credincioșilor occidentali, au început sa se gândească la salvare și au decis într-un mod special de la Veneția la Bari. Expediția organizata își atinge obiectivul de a transfera rămășițele in Bari pe 9 mai 1087, transformând acest oraș într-un centru de pelerinaj universal.
Personajul vesel barbos de folclor numit Nicolae sau Moș Crăciun responsabil pentru aducere cadouri copiilor in Ajunul Crăciunului in țările de tradiție protestanta , este o alterare a Sfântului Nicolae.
Ei bine, dacă îl luam ca strămoșii noștri ca pe un mijlocitor, astfel încât sa nu ne lipsească pâinea comestibila zilnică care îndepărtează foamea, banii grei pentru a evita căderea in ispită și pentru ca suntem copii mari și prosti, suplimentul iluzoriu de superficialități neașteptate care fac plimbarea plăcută.
Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
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Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
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Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
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Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
[:gl]
Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
[:ca]
Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
[:eu]
Nicolás de Bari, obispo (275-345 ?)
Patrón de Rusia, de los niños, de los eruditos, de las vírgenes, de los marinos y de los mercaderes.
(En la Edad Media los ladrones también le consideraban su patrón)
Del santo patrón de Rusia y también santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes – en la Edad Media los ladrones también lo consideraron su santo patrón – se pueden hacer dos hagiografías: una histórica y otra popular. La primera nos lleva al conocimiento exacto de su persona; es breve, muy concisa y perfectamente adecuada a las exigencias de la historia.
La segunda tiene muy diversos aspectos; unos son probables, y hacen grata la figura humana de Nicolás, pero escapan a la demostración; otros puntos son solo posibles y con ellos la leyenda pone áurea dorada sobre él; los últimos pertenecen al mundo de lo imposible – salvo milagro, que es siempre excepcional – y se califican claramente como fantasiosos y absurdos. Si aparecen a lo largo de la visión que expongo del santo es para hacer ver al lector hasta qué punto entró el recuerdo de este hombre en la vida de la gente, que supo dar alas a su fantasía sin ningún tipo de reparos ni miramientos por su popularísima aceptación.
Con cálculos aproximados se describe el arco de su vida desde el 275 al 345; se sabe de cierto que era obispo de Mira, en Asia Menor, en la época del concilio de Nicea (325), al que casi con seguridad asistió, aunque no está demostrado. Murió en la capital de su diócesis y se enterró en Nicea. El año 1087 se trasladaron sus restos a Bari, ciudad de Italia.
Y ya está; solo hasta aquí se puede hablar de cosas ciertas. Pero la amplitud de su devoción se conoce por la cantidad de añadiduras puestas sobre él.
Con respecto a datos familiares, la leyenda dice que sus padres se llamaban Epifanio y Juana; bueno está, algún nombre habían de tener.
Pero que fueran estériles, que se les revelara sobrenaturalmente la venida de un hijo que había de ser santo y que, una vez llegado, el bebé se negara a mamar los viernes por ser días de penitencia, se nos antoja bastante inverosímil.
En Patara, ciudad del antiguo distrito de Licia en Asia Menor (hoy Turquía), donde aseguran que nació, tuvo lugar un hecho significativo de la excelente caridad con la que dicen que estaba adornado desde su juventud. Resulta que, cuando un día iba al templo a rezar, una mujer que estaba a la puerta pidiendo limosna le solicitó una ayuda; como no tenía dinero, quedó curada por la palabra de Nicolás, en nombre de Jesús. La trasposición del milagro neotestamentario parece clara.
Tiene Nicolás fama de ser generoso con los bienes materiales y, por ello, se le ruega en los momentos de apuro. Relata la leyenda que un rico venido a menos se encontró en la imposibilidad de dar dote a sus hijas para casarlas y no se le ocurrió más que prostituirlas. Conoció Nicolás el siniestro plan y aquella misma noche se deslizó hasta la ventana del ciudadano arrojándole un saquito de oro, solucionando el problema; hizo lo mismo poco tiempo después dos veces más y pudieron ser dotadas aquellas doncellas.
La última vez fue sorprendido por el padre que se deshacía en acciones de gracias ante su bienhechor. La coincidencia de que eso sucediera en lunes puede ser el origen de la devoción de los tres lunes de san Nicolás. Y su generosidad de donante en secreto se refleja aún hoy en el hecho de que, bajo el nombre de San Nicolás – relacionado por la proximidad con las fiestas de Navidad –, los niños acostumbren a recibir en secreto juguetes y chucherías en algunos países de tradición católica. Cuando hizo falta un obispo para Mira no se ponían de acuerdo los electores y tuvieron que llegar a un acuerdo propuesto por un anciano experimentado en solucionar desavenencias; elegirían al primero que entrara en la iglesia al día siguiente. ¡Como no ver la Providencia en el hecho de que fuera Nicolás el elegido porque cada mañana celebraba su misa tempranito! Y hasta dicen que un milagro pasó durante la ceremonia de consagración episcopal, cuando se presentó aquella mujer que llevaba a su hijito en brazos y achicharrado en un incendio; Nicolás lo resucitó.
¿Murió mártir? No está probado que Licinio lo metiera en prisión, ni de que lo torturara terriblemente dejándole aquellas terribles cicatrices que con toda unción besó el emperador Constantino al final del concilio de Nicea. Ni siquiera es seguro que asistiera al concilio. Que sea probable su asistencia, sí; porque se reunieron más de trescientos obispos y se acercaron casi todos los de Asia Menor; pero el nombre de Nicolás no figura en las largas listas de prelados a los que se les encomendó transmitir los acuerdos conciliares.
De todos modos, la leyenda es abundante al respecto y asegura que lo vieron aproximarse a Nicea acompañado de Eudemo, el obispo de Patara, y de tres presbíteros más; incluso se demuestra el aserto afirmando que en el concilio llegó a abofetear a Arrio por su pertinacia en el mal.
Aún cosas más disparatadas se narran de su tan milagrosa vida llena de excentricidades sin cuento. ¿Qué significará en su particular iconografía que aparezcan, como saliendo de una especie de cubo, tres cuerpecitos de niños con mirada agradecida? Seguro que los artistas resumen en pintura lo más increíble que se ha escrito de un santo. Fue cuando entró a comer en una venta del camino y se percató de que la carne que servía el ventero era carne humana. Al comentárselo y negarlo el malvado, invitó a los comensales a que lo acompañaran a la bodega o despensa. Allí rezó un rato y de una cuba comenzaron a salir los tres adolescentes ¡vivos! que días antes había matado y descuartizado el posadero para dar comida a los clientes siguientes. Solo es un milagro apócrifo en plenitud de barbaridad.
Murió con 75 años, el 6 de diciembre del 345.
Al ser ocupados por los sarracenos los territorios donde repasaban sus reliquias se sintió vivo dolor en los fieles occidentales; comenzaron a pensar en el rescate y lo decidieron de modo especial desde Venecia y Bari. La expedición organizada consigue su objetivo de trasladar los restos a Bari el 9 de mayo de 1087, convirtiéndose esta ciudad en centro de peregrinación universal.
El personaje alegre y barbudo del folclore llamado Nicholas – Sint Klaeg – y Claus o Papá Noel encargado de llevar regalos a los niños la víspera de Navidad en los países de tradición protestante, es una adulteración de san Nicolás.
¡Qué bien si lo tomamos, como los antepasados, por intercesor para que no nos falte el pan comestible diario que quita el hambre, el dinero contante y sonante para no caer en las tentaciones y – porque somos grandullones niños tontos– el ilusionado suplemento de inesperadas superficialidades que hacen agradable el caminar!
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